miércoles, 19 de marzo de 2014

Cortijo de D. Bruno. Orce. 8 - 3 - 2014

Salimos de excursión por los alrededores, mas concretamente nos vamos al vecino pueblo de Orce. 
Voy a dar una vuelta al nacimiento de agua natural que al igual que Huéscar, tiene Orce. Estas aguas naturales son una auténtica gozada para bañarse en el verano, mejor que las piscinas municipales con sus aguas cloradas.


Tan natural es el agua que se pueden ver los peces.

Entramos al lugar del eterno descanso.


Ya han llegado los ciclistas

Aparcamiento en doble fila.
  
Entrada desde la calle al coro de la Iglesia subterránea que tiene el cortijo. Aquí tenía que vivir una familia bastante pudiente, tanto como para tener su propia Iglesia cuyo único acceso a ésta es por el interior del cortijo.
 

Vistas desde el coro.

  
Tenemos que entrar por el cortijo para llegar abajo.

Antiguos atrojes donde se guardaba el grano.

Palomar dentro del cortijo.

Pasadizo de acceso a la Iglesia.

Otra entrada desde el cortijo.

Hasta cripta tiene.

En la leyenda de arriba a la izquierda se puede ver la fecha de 1627.

Vista hacia el coro donde estábamos antes.

Ficha pedagógica del 3-2-1954. Impresionante la calidad de la letra y los dibujos.

Un balcón abierto por el que ya nadie se asoma.

Es una pena que estos cortijos que antiguamente fueron tan importantes, hoy se vean abandonados y en vías de derrumbe.
Por lo que pudimos ver del cortijo, aquí habría como de 10 a 15 familias. Imagino que el señorito y toda su servidumbre.



domingo, 2 de marzo de 2014

Gustavo Adolfo Becquer.



Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento

Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio

Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.